Las protestas de liberados sindicales disfrazados de médicos ante flamantes hospitales protestando por el desmantelamiento de la Sanidad ya no son lo que eran. Ya muchas veces ni se ponen bata. Y ya no van ni los liberados sindicales, ahora van otros que hacen el trabajo que los socialistas parecían haber encargado a los sindicatos. Y claro, con tantos niveles de subcontratación, al final la calidad no es la misma.
Las consignas suenan a chiste, la motivación decae conforme aumenta la valoración ciudadana de la Sanidad madrileña, y cada vez ocurre más veces que los pacientes afean la conducta de los manifestantes, que se hacen preguntas sobre la vida que sólo pueden profundizar en el desánimo porque, ¿cómo puede protestarse en nombre de ciudadanos que no están de acuerdo con esas protestas? O, ¿cómo se puede seguir protestando por la política sanitaria cuando los ciudadanos de las CC.AA socialistas vienen a usarla huyendo de la sanidad socialista que se propone como modélica?
¿O cómo hablar de desmantelamiento de la sanidad pública justo delante de un hospital público flamante? Es duro. Es a veces ridículo. No es extraño que cada vez vayan menos.
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